Hola Antonio, el pasado día 22, recibo una llamada telefónica de nuestro común amigo, Pepe, el cual me comunica que te has marchado de entre nosotros. Encajo la noticia de una forma poco creíble, ya que para mí siempre has sido joven y este desenlace no lo entendía, porque tampoco conocía la enfermedad que padecías.
El último día que nos vimos, fue el 6 de Abril de 2007, en el asilo de Mérida, donde después de muchos años, más de 35, nos fundimos en un abrazo y recordamos nuestras andanzas de nuestro transitar por aquel Camino que tú nos enseñaste a seguir a muchos jóvenes emeritenses, todos que con muy corta edad empezamos la vida laboral, muchos de nosotros, sin apenas formación escolar o académica.
Ese Camino que he mencionado, es el Evangelio de Cristo, cuya enseñanza supiste llevar hasta nosotros y la que también muchos de nosotros tomamos el Compromiso de practicar, a través de aquellas tres palabras mágicas que los distintos grupos de JOC (Juventud Obrera Cristiana) nos imponíamos para analizar las distintas situaciones que se nos presentaban en nuestra vida: VER, JUZGAR y ACTUAR.
Muchos quisieron en aquella época llamarte, “cura rojo”, quizás para tomarte como abanderado de aquella, por entonces, izquierda clandestina, pero nunca más lejos de la realidad, tu simplemente eras eso, una sacerdote comprometido con el Evangelio de Cristo, y que unos y otros querían entenderlo a su conveniencia.
Aquella escuela nocturna que montamos en el Barrio de San Antonio, donde acudíamos todas las noches algunos militantes de JOC, a enseñar todo aquello que con nuestra corta edad, sabíamos, principalmente leer, escribir y las cuatro reglas aritméticas, fue otra de tus muchas iniciativas tomadas en ese Camino. Los jóvenes trabajadores, que recibían esta básica formación adquirieron el compromiso de su asistencia y recogieron el fruto de aquella siembra.
Al igual que la escuela nocturna de la Barriada de San Antonio, surgieron otras muchas buenas iniciativas como las que se recogen en tu libro “POR MIS CAMINOS”, las cuales no se borrarán de nuestra memoria, llevadas a cabo por un eternamente joven ANTONIO PANIAGUA RUIZ. Descansa en Paz, …….. pero desde la Gloria vela por nosotros.
Un abrazo.
JJ Polo.

Tengo que decir que D.ANTONIO PANIAGUA marcó una época en la ciudad de Mérida. Se entregó en cuerpo y alma con la juventud emeritense. Y muchos quisieron "arrimar el ascua a su sardina". pero como dice la noticia en se limitó a vivir el EVANGELIO intensamente, y dar sentido a su vida en ese Camino.
ResponderEliminarDescanse en PAZ. Estoy seguro que nuestro querido D. Antonio Paniagua está con Dios. Ha sido muy duro su Camino, pero seguro que ha llegado a su Meta.
Recuerdo sus enérgicas homilías de los domingos por la tarde, los malos ratos que me hacía pasar porque hablaba con la claridad del agua fresca de la montaña, con palabras que removían las conciencias de muchos. A menudo temía que un día le dieran un mal porrazo para acallar su valiente verbo. Nunca sucedió, a Dios gracias. Un paradigma de generosidad en estado puro, un filántropo, todo un señor. Gracias Antonio.
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