Una extraña Paz.
Una extraña paz sentimos muchos de los que te queremos desde que nos dejaste, una extraña paz. Sabemos que ya has dejado de sufrir, te apagabas, te consumías día a día, vivías sin vivir, estabas y no estabas.
No te has ido del todo porque estás y estarás presente todos los días en todos los que te queremos.
Siempre has estado preocupada por los demás, pedías por todos, no he conocido persona con tanta fe, y todos teníamos fe en ti, porque rezabas por los demás de corazón, ¡cuántas velas habrás puesto por todos nosotros! y ¡cuántos rosarios habrás rezado!, gracias abuela, hoy rezamos todos por ti aunque sabemos que no te hace falta porque has ido directa al cielo.
Eras confiada y nunca pensabas mal de nadie y sobre todo eras divertida, ¡lo que nos hacías reír!, te encantaba disfrazarte, ponerte sombreros… recordarte es sonreír.
Eras guapa, preciosa, de joven parecías una actriz de cine, te gustaba mucho arreglarte, ir a la peluquería, ponerte tus pendientes de perlas y pintarte los labios. Has sido siempre bella por fuera y por dentro.
Hoy nos emociona ver a todos los vecinos y amigos que te querían, porque te hacías querer, eras puro amor y generosidad, siempre estabas dispuesta a ayudar a los demás.
Nunca te quejabas, aunque estuvieras muy malita y hasta tus últimos días cuando te preguntábamos como estabas, contestabas “no tan bien como tú, pero en fin…”
Vives dentro de nosotros y ese amor que te tenemos no morirá nunca y nos acompañará hasta que nos volvamos a encontrar.
No estamos tristes porque sabemos que ya estás de nuevo con Juanito, con tu amor, riendo como estabais siempre y paseando juntos cogidos de la mano.
Marian, tu nieta.

Una hermosa carta, si señor.
ResponderEliminar